Una Maestra


Dra. Alejandra Maratea

Tengo el honor de presentarles a quien considero una de mis Maestras:  la Dra. Alejandra Maratea. Ella es la directora de Escuela Oriente y fue de quien yo aprendí lo principal que para mí tiene que tener un terapeuta Zen Shiatsu que es la actitud hacia un paciente. Sentir a la persona que viene a nuestra consulta desde nuestro propio silencio, desde nuestra receptividad. Desde nuestra parte más Yin.

Por supuesto que con ella también aprendí muchas partes técnicas y otras teóricas. Conocí el Zazen de la mano de  Patricia  y el Chi Kung con la prof. Anahí.  También aprendí en la escuela, el Shiatsu Namikoshi del cual es parte de la medicina oficial del Japón a través del sensei Masafumi Sakanashi.

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Aquí les dejo parte de su biografía.

Dra. Alejandra Maratea, nació en la Argentina. Médica diplomada en la UBA (1984). Residencia Médica en el Hospital Cosme Argerich, en Anatomía Patológica (1986-1990). Instructora de residentes en el mismo hospital (1991). Hasta la fecha: práctica privada en consultorio particular de Shiatsu, acupuntura, filoterapia, oligoelementos, magnetoterapia, electroacupuntura, acupuntura coreana de mano, dietoterapia macrobiótica. Desde 1999: Directora de la Escuela de Oriente de Zen Shiatsu y Terapias Corporales Orientales. Desde 2002: Presidente de la Asociación Civil “Salud para todos”. Atiende en comedores comunitarios de la Ciudad de Buenos Aires, con shiatsu y acupuntura. Además de su formación en medicinas tradicionales orientales –japonesa, china y coreana- recibió enseñanzas de Aikido junto al maestro Sakanashi. Es 2º Dan e instructora en el Centro de Difusión del Aikido en la Argentina.
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La nota: La Sexualidad en el Oriente Antiguo aparece en la Página de La Escuela Oriente y se publica aquí con el consentimiento de la Dra. Maratea. Las imágenes que verán en la nota no son del original.

La Sexualidad en el Oriente Antiguo

Sexo Tao

La sexualidad para los chinos era considerada la «vía del cielo», algo absolutamente normal, para nada vergonzoso o que hubiera que ocultar, algo de lo que se hablaba libremente. Con esto ya se marca una notable diferencia con nuestra tradición judeocristiana donde la sexualidad es asimilada al pecado, y la mujer, como inductora del pecado original, es asociada al mal; donde la materia se opone al espíritu y la sexualidad a la espiritualidad. Para los chinos la abstinencia es «ir en contra de las leyes del cielo y de la tierra que exigen la relación sexual». Los monjes taoístas no hacían votos de castidad. Para ellos la práctica sexual era un camino de santidad utilizado como método para trascender las limitaciones individuales, armonizar la energía interna, expandir la conciencia y comunicarse con la energía universal. Asociaban sexualidad-salud-longevidad.

Energía del orgasmo

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Sus técnicas sexuales se basaban en que el hombre debe copular y movilizar la energía yin de la mujer sin eyacular para aumentar su yang; mientras que la mujer debía gozar del orgasmo en el que libera su energía yang. Para este procedimiento se valían de numerosas prácticas y técnicas para entrenar el cuerpo, así como de una actitud mental determinada alejando todo pensamiento, es decir practicando la meditación. Las relaciones sexuales normales debían ser reguladas, es decir, se determinaban los coitos con eyaculación en función de la edad de la pareja, sus condiciones físicas, etc., y estaba implícita la aceptación de ambos, condición imprescindible para la armonización de la energía yin-yang.

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¿Cómo comprendían el manejo de la energía y la economía sexual? Los taoístas consideraban su energía como una unidad total. En un día una persona joven y sana produce el 100% de la energía que precisa gracias a la alimentación, descanso, ejercicios, etc., y consume 60-70% en sus actividades: trabajo, digestión, etc. Conforme envejecemos producimos cada vez menos energía, pero necesitamos la misma cantidad, y ese déficit se lo extrae de órganos vitales y glándulas. También sostienen que todos nacemos con una energía en abundancia a la que llaman «Jing», -energía principal o esencial- por la cual se realizan todas las funciones del cuerpo. Su conservación nos proporciona una vida larga y sana y constituye la base de las prácticas taoístas. Cuando ella interactúa con los órganos vitales se transforma en «Chi» o «Ki» o energía vital. La energía sexual no es otra cosa que esta misma energía producida en los órganos sexuales, ovarios y testículos. La energía «Jing» se acumula en todos los tejidos pero especialmente en los riñones, esperma y óvulos. Por esta razón para los taoístas la principal pérdida de energía de los hombres es la eyaculación y, de las mujeres, la menstruación.

sexo tantra

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El cultivo de la energía sexual no puede comprenderse si no queda claro el concepto de «Chi»= ki= prana. «Chi» es una palabra china cuyo ideograma significa: «el vapor que sale de una olla cuando se está cocinando el arroz». Es decir aquella fuerza invisible que hace posible y visible una acción.
A un nivel físico es el aire que respiramos y nos mantiene vivos. Nosotros mezclamos ese aire con otros nutrientes y lo refinamos y transformamos en otra clase de energía. Se convierte así en nuestra carne, sangre, huesos, etc., y sin perder el ritmo de palpitación interna que fluye a través de cada célula nuestros órganos refinan a su vez esta energía y envían fuerza chi a nuestro cerebro para las funciones del pensamiento, emociones, sueños, etc. El Chi es entonces como una goma de pegar entre nuestro cuerpo, mente y espíritu, es el vínculo entre nuestros mundos interno y externo.

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En la búsqueda del arte del amor los taoístas fueron más allá de comidas y hierbas y más allá aún de técnicas eróticas. La quintaesencia de su «arte de alcoba» era generar y maximizar la vitalidad sexual mediante el manejo consciente del Ki del cuerpo humano. Ellos hicieron esto para mejorar la excitación sexual, el control del orgasmo, y para intensificar el éxtasis tanto de mujeres como hombres. En términos modernos el manejo del Ki de los taoístas es una forma de interacción cuerpo-mente, en donde la mente consciente dirige al cuerpo. Además creían que la fuerza primitiva y poderosa de la vida podía ser controlada y manipulada no sólo para aumentar la vida sexual sino para mejorar las técnicas marciales, la salud, y prolongar la vida. De modo que la clave para los antiguos chinos residía en la conservación y condensación del chi y su posterior transformación en una calidad superior de energía. Hoy en día disponemos de muchos métodos para aumentar nuestra fuerza vital o chi: masaje, shiatsu, acupuntura, artes marciales, Qi Gong, hierbas, meditación, yoga, por mencionar algunos. Sin embargo los chinos taoístas piensan que la energía más abundante y que se puede convertir con más facilidad en chi y en otras energías superiores es la sexual.

yin yang

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Si se llegara a la maestría de las prácticas taoístas la energía sexual se podría reciclar y posteriormente almacenar para ser transformada en energía espiritual; ya que cuando tenemos un orgasmo la fuerza vital se vuelca desde nosotros al universo, se puede re-encauzar esa energía hacia adentro, reteniendo la poderosa energía sexual para verterla sobre los órganos, energizándolos y fortaleciendo el cuerpo todo.
La meta perseguida por los taoístas es cultivar la energía de la vida hasta el nivel más elevado posible, proporcionando buena salud y promoviendo la aspiración humana de la totalidad.

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El proceso de refinamiento de la energía es en parte automático y en parte voluntario, y lo podemos favorecer o estorbar en función del conocimiento que tengamos de nuestros procesos internos. El hombre gasta 25-40% de su chi en formar esperma, ¿porque el cuerpo gasta tanta energía valiosa para formar unos pocos niños a lo largo de todo una vida? De acuerdo al taoísmo ésta inversión que realizan nuestros cuerpos en la producción de energía espérmica es para acelerar nuestra evolución en general. Cuanto más eficaz sea el hombre en la transformación de su energía almacenada en energía espiritual, más rápida será su evolución en el lapso de su corta vida. El hombre evolucionado es dueño de sí, gobierna sus instintos con su espíritu. El hombre sin evolucionar sigue tiranizado por sus impulsos. Cuando el hombre está completo y ha integrado su cuerpo con su mente y con su espíritu, su libertad está fuera del control de su instinto biológico.

amor y sexo

La energía sexual es un campo generado dentro del propio cuerpo y unido a los campos cósmicos más grandes de una manera que la ciencia actual no puede entender. Los maestros taoístas fueron antiguos científicos con genio para la auto-observación y estuvieron dedicados a llevar más allá la evolución humana. La esencia sexual es un bloque de construcción para expandir nuestro universo personal, fundamento del amor y la evolución humanas.

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Dra. Alejandra Maratea


Bibliografía:

YIN-YANG BUTTERFLY, Valentin Chu

Despertar la energía curativa a través del Tao, Mantak Chia

– Sou Nu King : sexualidad Taoista, Ediciones Mandala

¿Cómo es un tratamiento Zen Shiatsu?


por Ari Ben

Un tratamiento de Zen Shiatsu se lleva adelante cuando acordamos (terapeuta y paciente) objetivos a alcanzar. ¿Qué quiere decir esto? En ponernos de acuerdo en cual o cuales son las metas a las que queremos llegar durante el tratamiento. Muchas veces sucede que lo que el paciente creía o sentía que era el motivo de su consulta, luego esto pasa a otro plano. O sea que el síntoma es sólo la punta de un iceberg.

En el transcurso de las sesiones y en la medida que se van cumpliendo las pautas, llega un momento entonces de un «barajar y dar de nuevo»; le pregunto al paciente si quiere que lleguemos a otro estadío o finalizamos el tratamiento.

Por ejemplo: una mujer de 35 años me consulta por una contractura «histórica» me dice, en el cuello y hombro del lado derecho. Acordamos el objetivo: que la contractura desaparezca.  Cuando viene a la tercer sesión ella me relata que no solo se le fue la contractura sino que se siente más relajada, que duerme mejor y que comienza a darse cuenta del mecanismo emotivo que aparece detrás de la contractura. Muy bien, es ahí donde le planteo si quiere trabajar, ahora y como nuevo objetivo, las emociones que disparan estas contracturas. Acepta y continuamos las sesiones. Fueron tres sesiones más hasta que pudo conocerse desde otro lugar. No precisamente del lado racional, sino, del energético- corporal.

En muchas ocasiones el paciente decide continuar pero ahora desde otro punto de vista sobre sí mismo. Desde un «recordar» a su cuerpo y a volver a conectarse con su propia energía.  Muchas veces el estrés, producto de la sociedad en que vivimos casi sin pausas, produce esta disociación.  Olvidamos «escuchar» al cuerpo. Es por ello que además de los masajes, acordamos qué cambios podemos ir haciendo en nuestra manera de vivir, como ser la respiración,  el modo de comer, etc.

Tal vez las enfermedades no sean otra cosa que una estratagema de la Vida para que recordemos  Quienes Somos.

Zen Shiatsu = Autocuración


por Ari Ben

El Shiatsu (shi= dedos, atsu= presión) es una terapéutica de origen Japonés y su aplicación es mediante un masaje. La relajación que se alcanza es muy profunda, a tal punto que consigue estimular las propias defensas naturales del paciente. Esto es la autocuración. Todo ser viviente tiende a equilibrar su salud una vez que ésta sufrió algún tipo de desarreglo. La persistencia de una patología es la que a la larga devendrá en enfermedad.

En el Zen Shiatsu hay un diagnóstico y un tratamiento que están basados en los principios de la Medicina Tradicional China. Hace miles de años que los chinos han descubierto que el ser humano es en su esencia energía y que ésta discurre por canales tanto dentro del cuerpo como fuera de él. Estos canales forman redes donde en algunos lugares están en la superficie y en otros más en profundidad. Por lo tanto desde la piel se puede acceder hacia los órganos y desde ellos a la piel. Esto sirve tanto para el diagnóstico como para el tratamiento.

En la superficie del cuerpo y a nivel muscular, los terapeutas Zen Shiatsu, recorremos estos canales o meridianos masajeándolos junto con los puntos de acupuntura o tsubos. El efecto es el de tonificar o dispersar la energía según el diagnóstico que hacemos al paciente, tanto en su espalda o en su “hara” o abdomen.

En esto se basa la autocuración: si hay un desequilibrio energético, con la tonificación y el dispersar desobstruimos un canal o varios canales donde la energía no corría con fluidez y la propia energía del paciente es la que devolverá el estado de salud al mismo.